Petróleo mexicano enfrenta menores precios

Publicado el 15 abril 2020

La combinación de la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia y la desaceleración económica por el coronavirus han llevado a una caída histórica que afecta las exportaciones del país.

La coyuntura global actual es la más retadora del siglo XXI, incluso en comparación a la crisis financiera del 2008 y 2009. La paralización de las actividades como consecuencia de las restricciones de movilidad para enfrentar la pandemia del coronavirus ha llevado a un congelamiento de la demanda de materias primas, bienes intermedios y capitales y, por supuesto, los combustibles, en vista de la respuesta de la oferta a la inactividad.

Esto resultó ser lluvia sobre mojado para México, cuyo PBI depende en alrededor de 2% de las exportaciones de petróleo, pero cuyos ingresos fiscales llegan a provenir en más de 10% de lo generado por la petrolera estatal Pemex. En consecuencia, la caída del precio de la categoría mezclas mexicanas, como se denomina al petróleo pesado (es decir, espeso, de menor precio y utilizado para mezclar con el más ligero para obtener mayor eficiencia en refinerías de alta complejidad) proveniente del país norteamericano, trae preocupaciones sobre la estabilidad del país: en la tercera semana de marzo, su cotización cayó por debajo de US$ 20 por barril, con un derrumbe histórico de 22.36% el martes 17 de ese mes.

Esta caída revierte el impulso que se había logrado con la recuperación de los precios hasta enero de este mes, en el que las exportaciones habían tenido un mejor desempeño que en el mismo mes del año anterior. Sin embargo, en febrero se comenzaron a percibir los efectos del desplome internacional, que no parece tener perspectivas positivas por las posturas de Rusia y Arabia Saudita respecto a sus altos niveles de producción, que llevan a una sobreoferta.

En las siguientes tablas, se muestra el desempeño del valor de los envíos en el segundo mes del año, así como otras cifras relevantes para comprender la posición de México en el mercado global.

A diferencia de otros productos, el petróleo no ofrece la posibilidad de generar una cobertura natural ante el riesgo mediante la diversificación de mercados y tiene un precio que se define en simultáneo para todo el planeta. Por esta razón, la mejor salida para México es buscar la mejor manera de lograr los mayores niveles de eficiencia posibles en Pemex, e incluso contemplar la posibilidad de hacerlo por medio de capital privado

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