Exportaciones de México y Canadá a los Estados Unidos aumentaron a pesar de la guerra comercial

Publicado el 21 mayo 2019

La imposición de tarifas a la importación de determinados productos en Estados Unidos ha demostrado que la búsqueda de eficiencia ha superado al proteccionismo.

Una de las promesas de campaña del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés). Pasados dos años y cuatro meses de su gobierno, este es uno de los ofrecimientos contundentes del mandatario que hoy se han cumplido, en contraste con la construcción del muro en la frontera con México o la eliminación del Affordable care Act, conocido como Obamacare.

En medio de los temores iniciales respecto a la actitud frontal del discurso del presidente respecto a la necesidad de proteger la industria estadounidense, el resultado final terminó siendo una reconfiguración. De esta forma, uno de los tratados multilaterales más antiguos del mundo, y el que marcó el antes y el después en la negociación de acuerdos comerciales entre grupos de países, o en forma bilateral, cambió de nombre e incluyó nuevos temas acordes con el mundo contemporáneo, en lugar de desaparecer. El nuevo tratado, que ha sido denominado simplemente Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés), ya ha sido firmado por los gobierno de los tres países, y solo queda pendiente su ratificación por parte de los respectivos congresos.

En este marco, la imposición de tarifas de 25% y 10% a las importaciones de acero y aluminio, respectivamente, tanto de origen canadiense como mexicano, y de otros países desde junio, no ha tenido un resultado importante. A pesar de la persistencia de Trump en la intención de proteger su economía con tarifas, e incluso del rumor de gravar la importación de vehículos con una tasa de 25%, todo indica que al momento de la ratificación, podría darse un paso atrás en las tarifas, o tal vez al poco tiempo de que esto haya ocurrido.

La industria automotriz estadounidense depende de las importaciones de componentes y materia prima desde sus países vecinos, y los productos tecnológicos no son considerados como una amenaza a la seguridad, como ocurre con el caso de China. De esta forma, podría esperarse que se tenga éxito en la liberación del mercado entre los tres países, y en el reforzamiento de su nexo sobre la base del acuerdo.

De hecho, el que China haya sido el principal país en el que se ha enfocado la guerra comercial, ha abierto oportunidades para que los productos mexicanos y canadienses llenen el espacio que se cierra a la mercadería china. En las siguientes tablas, se puede ver cómo han evolucionado el comercio bilateral entre los tres países en los siete meses posteriores a la imposición de tarifas en comparación al mismo periodo del año anterior.

En resumen, el intercambio comercial entre los Estados Unidos y sus países vecinos se ha mantenido fuerte a pesar de la imposición de tarifas. Esto sugiere que la eficiencia de intercambiar bienes con otros países impulsa la competitividad a un nivel que no es posible superar por medio de la imposición de aranceles a las importaciones para propiciar la producción doméstica. Sin embargo, la parte más sensible de la cadena está en los consumidores, quienes podrían terminar absorbiendo el alza de los costos por medio de mayores precios finales. Se espera que la culminación del proceso de implementación del USMCA lleve a la eliminación de las tarifas proteccionistas, refuerce la unión a nivel internacional y deje una enseñanza sobre el poder del libre mercado.

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